Corazón lleno de Dios

 

Abrazada por Dios

Estoy sorprendida del amor de Dios una vez más. Bien me decían que era un Dios misericordioso y bueno, pero creo que hasta ahora es cuando lo estoy experimentando y con uso de razón, compruebo que su amor se presenta en mi vida. 

Hoy fue un día un poco gris. No sólo la tarde plomiza me pesaba en el alma sino también en mi corazón y en mi alegría. No quería comer, ni asistir a mis clases. Lo único que quería era cerrar los ojos y dormir toda la tarde hasta el día siguiente. No presté atención, no me concentraba. Si me preguntan qué vi en mis clases hay una niebla confusa que no me permite responder. Desde la mañana me acompañaba la pesadez en el corazón y por cada segundo del día, se hacía más pesado. Me hundía más en mi mente y en el sentimiento de tristeza que ya no quería sentirme así. Parecía un pozo con paredes de mantequilla, en el que cada intento de sujetarme de las paredes para salir, me resbalaba hasta el fondo de nuevo. No quería hablar con nadie. Un día gris. 

Influyó también que tenía expectativas de ese día que no se cumplieron, y que mi deseo por encontrar la Reconciliación de Dios por medio de la Confesión no podía llevarse a cabo, entre otras cosas, me sentía mal. 

Así que me resigné a cualquier estímulo que pudiera mostrarme un poco de alegría.

 También, ya quería volver a empezar, renovar mi corazón.

Así que una amiga muy querida, por casualidades de la vida, me pasó el link a una Hora Santa. Más por cumplir con ella, me metí al video en vivo. Y oh, sorpresa. Jesús me esperaba reluciente como siempre, con un brillo blanco que calienta el corazón. Estaban cantando uno de los cantos que me gustan. Me senté en el suelo con la computadora a un lado. 

Entonces empezaron a hablar. "Dios te ama, tu eres digno de su amor y sin importar cómo estás hoy, Él te abraza hoy y te recibe con su amor. Acerquemos a la Reconciliación para llenar nuestra alma del perdón y de la misericordia."

Casi casi volteé al cielo para decir, ¿me estás hablando a mí, Señor? De alguna manera, sentí que de las únicas dos personas (alguien más y yo) que estábamos conectadas en el video del en vivo del Facebook, Dios me estaba hablando a mí. "No pudiste confesarte hoy, pero yo aquí estoy contigo". 

Me abrazaba en la tristeza y me llenaba el corazón para no sentir el abismo. Me decía, yo aquí te espero, te perdono siempre. Y sí, la había regado y mucho. No me sentía orgullosa de mis acciones pero ahí estaba Diosito, como siempre, dispuesto a perdonar y amarme aún más que ayer. Sentí que me decía, sí, te doy mi amor. Lloré un poquito, ahí estaba yo mirando la pantalla y sintiendo que Él Dios Creador de todo me abrazaba en la neblina gris y no me soltaba, y que aún con mis fallas y mis equivocaciones, me abrazaba más fuerte. 


Instagram: uncorazonquearde
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Así me sentía abrazada por Jesús

Estar conectada con Él me dio una felicidad tan grande que no había sentido en el día. Me llenó el corazón de esperanza en compartir su amor con mis seres queridos. Me dio la iluminación para saber que palabras usar, que contestar. Me ayudó a ver las situaciones con otras perspectivas. A recordarme lo afortunada que era por la gente a mi alrededor, por mi salud, por mi vida, y que tenía la oportunidad de ser mejor cada día. Que el pasado eran aprendizajes y que en el presente y en el futuro podía levantarme y más fuerte. 

Me siento muy bendecida por Dios, porque en los momentos cuando siento que las cosas no mejoran, que no hay esperanza o que hay solo soledad, Diosito siempre busca la manera de contestarme y decir: A ver, no, no, no... no te me desenfoques, yo estoy aquí. 

Por último, a veces es fácil quedarnos en la tristeza o en la desesperación, de creer que no somos dignos de su perdón o de que nuestros errores definen nuestra vida, sentir que la hemos regado muchas veces y que Dios quizás no puede recibirnos, pero como mencionaron en la Hora Santa, Dios siempre está ahí dispuesto a darte todo lo que tu corazón necesita. Darte amor, darte tranquilidad, darte felicidad, darte misericordia, perdón. Dejémonos abrazar por Dios y busquemos el Sacramento de la Reconciliación para sentir su amor incondicional y su piedad en nuestros corazones, porque hoy vi que con Jesús, nuestro corazón se llena y se llena de amor. 

Recordemos que cuando nuestros días son grises, Jesús es el faro que ilumina las tinieblas y aparece para abrazarnos. Y entonces, los días ya no parecen tan grises. 


Así me sentía yo viendo la Hora Santa en la computadora. Con Jesús viéndola conmigo. 

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