Tomar la cruz y seguir a Jesús: una misión de todos los días

 

¿De verdad tomamos la cruz?

Muchas veces nos quebramos la cabeza tratando de entender a Dios y descifrando el mensaje que tiene para nosotros. Queremos tener las respuestas para llegar al cielo y las respuestas para saber que es lo que quiere Dios en nuestras vidas. Incluso, he llegado a pensar si esas respuestas existen o no.
Y al final llegue a la conclusión que sí, pero quizás no de la manera en que a mí me gustaría verlas. Me he preguntado una y otra vez cual es la manera en la que llegamos al cielo, la manera en la que nos acercamos más a Dios y en la que lo amamos por sobre todas las cosas. 
Entonces escuché una reflexión que me hizo entender las cosas tan fáciles que se los quiero compartir porque a veces en la simpleza del corazón encontramos las respuestas. 
Que interesante saber que incluso los doce apóstoles de Jesús no lograban entenderlo aún cuando él estaba ahí presente con ellos, es por ello que en la lectura del domingo en San Mateo 16, Jesús contándole a ellos sus planes, Pedro le responde sin entender que cómo puede pasar eso que Jesús estaba contando, entonces Jesús le dice que estaba pensando como hombre y no como piensa Dios. 
Y yo en mi mente dije: ¡¿qué?! No entendí. Entonces escuché la reflexión que aterrizó las ideas. ¿Qué es pensar al modo de Dios? Dios nos da la libertad, y en esa misma libertad existen muchas maneras de pensar, nosotros somos humanos y nuestra mente y corazón a veces no entiende muchas cosas porque lo pensamos como hombres, sin embargo, cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine nuestra mente y abrimos nuestro corazón a Dios, pensamos de la manera de pensar de Dios; es decir: con bondad, con amor y misericordia.

 Jesús les dice tres cosas importantes a sus apóstoles: "El que quiera venirse conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?"



Él hace la invitación "el que quiera" y nos da una serie de pasos para poder seguirlo si desde nuestro corazón y con amor decidimos seguirlo. Así como amar es decidir, amar a Jesús es también decidirse por él una y otra vez. Es escoger irnos al cielo, escoger la salvación, escoger a Dios. 


1.
Jesús dice que primero se renuncié a nosotros mismos.
Después de muchos años de no entender lo que significaba, descubrí que no es lo que parece, sino que Jesús se refiere a renunciar a la manera de pensar humana que a veces puede ir en contra del pensar de Dios. Quiere decir dejar que la manera de pensar de Dios sea la que dirija nuestras vidas y nuestras acciones. Que si no salió un plan que queríamos, ofrecérselo a Dios. Que si el que me cae mal está en mi equipo, tratarlo con amor y amabilidad, que si me cuesta perdonar a cierta persona, perdonar de corazón... que todo en nuestra vida sea visto desde los ojos de amor y de la misericordia y poner a Dios en primer lugar en nuestra vida. No dejarse transformar por los criterios del mundo sino dejar que la voluntad de Dios sea la que nos guíe, la que nos transforme. 

2. Después toca cargar la cruz... uy. 
Es difícil y cada día es volver a cargarla. Día tras día. Es hacer lo que nos toca hacer de la mejor manera. Ser los mejores hijos, los mejores hermanos, los mejores amigos, los mejores novios, los mejores estudiantes, los mejores profesionistas, etc. La cruz significa la misión de Cristo, por lo tanto para nosotros los católicos cargar nuestra cruz es cumplir con nuestra misión, lo que nos corresponde hacer. Es hacer lo ordinario con amor y día con día cumplir con ello, sobrellevar el sufrimiento, el gozo, la tristeza y la alegría: todo lo que conlleva nuestra cruz. 

3. Por último, seguirlo. 
Más difícil. Es actuar cómo Jesús actuaría. Significa amar, servir, ser ejemplo, ser luz para los demás. Jesús nos da el ejemplo de todo: nos enseña a orar, a perdonar, a creer, a servir, a confiar. Entonces, ahora en nuestras vida, tal vez no podemos seguir a Jesús como lo hacían sus apóstoles que lo seguían por todo Jerusalén y caminaban con el por las ciudades, ¿entonces cómo seguirlo? Hacer lo que Jesús haría, eso es seguir a Jesús en la actualidad. Es seguir su ejemplo y su amor, es no solo creer en él sino creerle a Él, lo que dice, lo que nos enseña. Es mantener firme la fe y que aunque el mundo nos presente otras cosas, es volver a decidirse por seguir a Jesús y amarlo a Él y más importante aún: amar a los demás. Además, saber que seguirlo conlleva compromisos y esfuerzo.

Entender esto con la edad que tengo, con otros ojos y en el mundo que vivimos, me hace cuestionarme si en verdad yo tomo la cruz y lo sigo. ¿De verdad quiero tomar mi cruz y seguirlo? Es una pregunta que debemos hacernos siempre y aunque sepa que mi respuesta es que sí, tengo que trabajar y esforzarnos por lograrlo. Jesús nos pasa el tip de cómo salvar nuestra vida y de cómo llegar al cielo. Se resume en dos cosas: dejar el egoísmo y poner a Jesús como el centro de nuestras vidas. Siento que cuando Dios es quien guía nuestros corazones vivimos más felices, que cuando ofrecemos nuestra vida a su amor, entonces nos colma de miles y miles de bendiciones, incluso de más de las que nos podemos imaginar.  Lo he comprobado, entre más cerca, más paz y alegría. Incluso las cosas salen mejor por si solas. Oh, bueno, por Diosito. 

Y por último, Jesús llega con una pregunta que no entendí hasta hace unos semestres, ¿de qué nos sirve tener el mundo entero si no llenamos nuestro corazón de amor y bondad? ¿De qué nos sirve tenerlo todo y ganarlo todo si no nos acompañamos de Dios y no le damos lugar a aquellas cosas que le dan sentido a nuestra vida, si no ponemos a Dios como la fuente de nuestra vida? A veces yo me dejaba llevar por quererlo todo, sobresalir en todo, hacerlo todo... pero entre más me enfocaba en esos objetivos, más perdida me sentía y literalmente más confundida me sentía. Queda en nosotros poner aquellos pilares que le darán firmeza a nuestra vida y focalizar lo que de verdad tiene valor en nuestras vidas y amar... amar, amar y amar a los demás, a Dios y a nosotros mismos. Si Dios es amor, lo único que nos queda es dejar que ese amor sea quien llene nuestras vidas y más vale perdernos en su amor que en el mundo. 

Entonces, ¿queremos tomar nuestra cruz y seguirlo?

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