La bondad del corazón

En dar, recibes


Por fin me queda claro, por fin entiendo que la verdadera felicidad está en el dar. No en lo que deseamos, no en lo que queremos  mucho menos en lo que recibimos. La verdadera paz del corazón y la alegría del alma se encuentran cuando nos damos a los demás. Cuando compartimos nuestra galleta con el hermano, cuando compartimos un chiste con nuestros amigos, su canción favorita, cuando donamos la ropa que no nos queda al que no tiene o damos de comer al que tiene demasiada hambre. Cuando damos de nosotros a los demás, es como si Dios llenará eso que se vacía con su amor para volver a llenarnos de bondad  seguir llenando más corazones. 
Las pequeñas acciones son las que demuestran la bondad del corazón. Alguien que verdaderamente da con sinceridad demuestra lo que ama.  Dar en lo más pequeño para dar en lo más grande. Dar al conocido pero también al desconocido. Dar al que amas pero también al que al vez no cae tan bien. 
No siempre es cosa material, a veces necesitamos solo dar de nosotros, de nuestra oración, de nuestro cariño y nuestra escucha. Dar una sonrisa. 
Bien decía la Madre Teresa de Calcuta: "Hay que dar hasta que duela". Pero no quiere decir que uno se menosprecia o se causa sufrimiento... no. Va más allá. Amar y dar cuesta pero en ese amor es donde encontramos el bien del otro, el ayuda a mi prójimo. Así de sencillo: dar tu dulce favorito y último a tu hermano, barrer la casa aunque estés cansado pero para ayudar a tu mamá, explicarle el problema razonado a tu amigo cuando ya se lo explicaste mil veces... ejemplos en nuestra vida diaria que nos exigen un desprendimiento de nuestro egoísmo para darnos al otro. Así es el amor, buscar el bien para los demás. Porque te amo, te cuido. Porque te amo, te escucho. 
¿Y de dónde viene ese amor que damos? Yo creo que nadie da lo que no tiene, y si somos capaces de dar ese amor a los demás, es porque Dios nos da ese amor a nosotros primero. 
Me he dado cuenta que cuando más pienso en dar a los demás, en entregar mi paciencia, mi alegría, mi dedicación y servicio: he sido más feliz. En darle un chocolate a alguien con una notita de ánimo, en ayudar a los demás a bajar unas sillas del auto, en escuchar cuando necesita hablar. 
Y, comparto uno de mis mensajes favoritos de las muchas parábolas de Jesús: "Que tu mano derecha no se enteré de lo que hace la izquierda". 
En lenguaje coloquial quiere decir que si haces una acción buena, no tienes que andarle diciendo a todo mundo: "Yo hice esto". Deja que las acciones hablen por si solas, deja que aquella felicidad y servicio se guarden en el silencio de tu corazón. La humildad es lo más bonito con lo que puedes adornar tu corazón. No hacer acciones buenas solo para quedar bien con los demás, para que vean que soy bueno... no, de eso no se trata. Es dar y amar porque quieres dar y amar, que solo Dios y tu se enteren. 
Que bonito es cuando los demás piensan en ti, cuando tu piensas en los demás, cuando el otro piensa en el más mínimo detalle, porque ahí se demuestra la bondad del corazón. 
Al final, nuestro corazón nos lleva con Dios. 

Demos con alegría


Caz Duéñez

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